miércoles, 5 de diciembre de 2012

PICAMARAN MONUMENTAL CIVILIZACION EN LA CUENCA DEL RIO CAÑETE


El pueblo de Picamaràn se ubica en el Km 57de la carretera Cañete-Yauyos, en el Distrito de Allauca jurisdicción de la Provincia de Yauyos en el Departamento de Lima. Este bello lugar denominado “Valle del Sol”,  llamada asì porque el astro rey està presente durante todo el año. Se encuentra a 12 Km del Distrito de Zuñiga,  en la margen izquierda del rìo Cañete, si se dirige con dirección a la capital de la Provincia de Yauyos.

La cultura andina de Picamaràn representa una de las màs ricas expresiones del desarrollo humano en nuestro país, y la contemplación de sus manifestaciones se convierte en una experiencia única y enriquecedora para el alma. Lo bello del pueblo es mantener viva su historia comprender que ese pasado lleno de esfuerzo, fue el que nos  ayudo a construir lo que somos y lo que buscamos.

Este recorrido por el arte, la arquitectura, el paisaje, la historia y los mismos rostros de nuestra gente se han convertido en la carta de presentación de Picamaràn en el mundo y por ende nuestro orgullo regional frente a cualquier escenario.
Como recurrir en una sola obra los rostros de todos los grupos  étnicos y culturales que con orgullo embanderan a los cientos de pueblos que conforman la gran región andina, tenemos que mostrar en unas páginas toda la gran cantidad de testimonios edificados que la cultura andina ha producido, desde sus  orígenes preincas, pasando por la gloria inka, la mixtura colonial, la pujante república e incluso en estos tiempos contemporáneos.

Es  un vasto legado y es siempre una razón màs para estar orgulloso de nuestro pueblo y nuestros antepasados, los cuales supieron aprovechar armoniosa y magistralmente en este medio cada uno de los recursos que la naturaleza les dotò bajo el amparo de la Pachamama y los  Apus.
Los  Apus tutelares del valle de Picamaràn, contemplados desde las cumbres de las montañas “Airayà” y “Pallay”, muestra un panorama asombroso y sorprendente por la magnitud cósmica que le otorgan el concierto de Apus y dioses tutelares que componen su geografía, conformada por una cadena de montañas, por punas, planicies y quebradas, moldeadas por el tiempo y la naturaleza. Por último parte de su territorio colinda con el rìo Cañete.
Esta comarca en tiempos precolombinos se denominaba “Picamara”, nombre originario, su etimología proviene de los vocablos Aymara o dialecto Cauqui que significa “Pueblo Aymara”, descendiente del linaje de los Inkas.
Trasladate a 3,000 años a nuestro pasado para conocer los sitios arqueológicos antiguos, destacada por su extensión, su diseño, construcción planificada y la complejidad arquitectónica, con sus tesoros escondidos.

Los mìticos asentamientos humanos de Picamaràn, según los cronistas narran que desde tiempos  anteriores al arribo de los señores Inkas, el valle de Picamaràn estuvo ocupado por grupos humanos establecidos en el lugar en épocas muy antiguas. Ellos vivìan en comunidad dentro de un primitivo sistema de Ayllus y bajo la autoridad de un curaca. Cada una de estos Ayllus se estableció junto a su cultivo y quizás compartìan àreas de pastoreo situados en los pisos ecológicos altos. Vinculados en términos de vecindad, sus sementeras cubrìan, como un mosaico, las zonas bajas y planas del valle donde circulaban diversos riachuelos y abundaban los manantiales.
En las alturas, los hatos de auquénidos pastaban en medio del tìpico paisaje de puna, salpicado de gramíneas y afloramiento rocosos, muchos de ellos ya connotados como entidades sagradas.

De igual forma o manera, los cronistas hacen especial referencia a dos importantes grupos humanos que dominaban potencialmente no solo el  valle, sino gran parte de la Regiòn Lima, estos eran los Picamara (Picamaràn) y los Guarcos (Cañete). Ellos conformaban quizás, las dos mitades  de una gran etnia cuya trascendencia e importancia se manifiesta continuamente durante el desarrollo de la historia Inka.
Como cultura, las civilizaciones andinas primigenias cultivaron el arte verbal o literatura. Sin duda, la ausencia de escritura dificulto la transmisión de esta vasta producción. Las literaturas de los pueblos andinos prehispánicos fueron eminentemente orales, aunque sin duda cumplieron un papel relevante los Quipus como soporte de la memoria cultural.

La información disponible permite afirmar que la civilización Inka contaba con productores culturales especializados, como haravicus, los amautas o los quipucamayoc. Ellos se hicieron cargo de la producción de una literatura popular ligada a la vida cotidiana, a las actividades agrícolas.

Los antiguos Picamara (hoy Picamaràn) cuentan que poseían dos clases de escritura. La primera seguramente la màs antigua, consistìa en una especie de caracteres petroglifos.  Es importante examinar hoy seriamente estos mensajes de piedra, están grabados y representan figuras antropomorfas (bailarines, mascaras) y zoomorfas (camélidos, cèrvidos, serpientes, batracios, perros), motivos geométricos (líneas, rectas, cìrculos, curvas, laberintos, flechas, cruces, Soles y estrellas), son las piedras que nos hablan del pasado y la segunda escritura en nudos hechos de hilos de distintos colores, el sistema de los Quipus. Los petroglifos se encuentran en la estancia denominada  “LLauto”, en la jurisdicción del Caserìo de Turpa.

Los Apus, Wacas y Pacarinas. El cronista mercedario Fray Martìn de Murùa puntualizò, es muy común entre todos los indios adorar huacas,  cerros, cumbres de montes, manantiales, fuentes, ídolos, quebradas, peñas o piedras grandes y finalmente cualquier cosa de la naturaleza que parezca noble y diferente a los demás. Los antiguos Picamara adoraban a la “Piedra bailandera”, ubicado en el lugar denominado Rayusca.
Asì  los grandes cerros (Apus), los antiguos refugios naturales o abrigos rocosos, las cuevas (mach’ays) y los manantiales (puqyos), quedaron transformados en Wakas y Paqarinas, puntos de donde habían emergido los primeros padres comunes tanto de pastores como de agricultores, con lo que se tejió diversos mitos y leyendas a las cuales comenzó a girar la existencia de los Ayllus de Picamarán. En la actualidad los pobladores de Picamaràn consideran como una montaña sagrada el Apu Airayà.

En la jurisdicción de Picamaràn hallamos cementerios de dos clases de ellos, para la nobleza y para el pueblo. Eran construidos en lugares secretos y de difícil acceso, como barrancos, y acantilados de paredes muy elevadas, es por ello que hasta la fecha no se han podido descubrir, solo se encuentra en algunos lugares donde se han extraído muchas momias, depredando lo mejor de nuestra riqueza ancestral, algunas momias se encuentran en perfecto estado de conservación. Utilizaron técnicas para embalsamar muy avanzada, es de admirar las condiciones de conservación en que se encuentran a pesar de los miles de años transcurridos. En estas condiciones sòlo se realizaban entierros de personajes prominentes, como Curacas de cada lugar. 


Las personas de clase media se enterraban en el suelo luego de excavar una tumba circular en el piso de aproximadamente de 1.00 o 1.20 metros de ancho y con una profundidad de 1.50 metros recubierta con piedras lajas tanto el piso como las paredes, en el interior se depositaba los restos mortales en posición fetal envueltas con un poco de ropa, utensilios domésticos de arcilla, cobre y hueso. Cubrìan la apertura superior, que es por donde se depositaba el cadáver, con un techo de piedras en forma de bóveda y dejando en el lugar crecer hierba y de esta manera evitar la profanación, este tipo de entierro fuè común, no muy cerca de las poblaciones, normalmente en las partes altas de las montañas. Por lo general no se embalsamaban los cadáveres de la clase media e inferior, simplemente se les daba sepultura. Los entierros de la gente del pueblo o sea los servidores o mitayos no tenìan ninguna ceremonia especial, se hacen simples excavaciones en el piso y allí se depositaban el cuerpo sin embalsamar normalmente con muy pocos o nada de utensilios.

Es muy posible que se encuentren momias de los antiguos Picamara con trepanación de cràneos, viviendo algunos años después de la operación.  Momias con envolturas de tejidos vegetales (cabuya) pertenecen a la clase de la nobleza, se  uso mucho la hoja de coca como anèstesico y paliativo para el dolor. Estas momias tienen una antigüedad de 2,500 años aproximadamente.
Otras culturas en especial la Inka, que en realidad ellos fueron, los invasores e impusieron su idioma y sus costumbres y aprendìan fácilmente la tecnología local. Por lo pronto vimos la diferencia en cuanto a la alimentación, idioma, también  lo hallamos en lo que se refiere a arquitectura, por ejemplo las construcciones Inkas son muros cìclopeos de piedra pulida con cobertura, las puertas y ventanas siempre son trapezoidales tìpicas construcciones Inkas los hallamos en el Cusco.

Otra característica tìpica y que hemos encontrado bastante es el uso del mortero  y el batàn, que fue dominio de los Picamara. Para conocer  màs sobre el tema se puede mencionar el manejo de las piedras, ellos conocieron una técnica para ablandar a la piedra y poder moldearla con las manos, como si se tratara de plastilina o arcilla, para llegar a este estado de las piedras es muy posible que utilizaron algunos jugos de plantas.

Como medio de comparación en la fortaleza de Pallay, ubicado en la estancia denominada Rodeana, en cuya cima se encuentra una enorme piedra Plana en forma de mesa de  cuatro metros de largo por dos metros de ancho, esta piedra es la que da el nombre de “lagshamaray” que quiere decir “bàtan pesado”,  debe tener un peso aproximadamente de dos toneladas, también debemos mencionar que en el lugar no hay piedras similares, porque realmente es un canto rodado, que fue transportado desde la parte baja, o sea de unos 350 metros, pendiente abajo.

Durante el apogeo de los Señorìos y curacazgos en la cuenca del rìo Cañete,  con la caída del Imperio Wari alrededor de 1,200 d.c., finalizò el Horizonte Medio y se inicia el periodo Intermedio Tardìo o de los Reinos y Confederaciones Regionales que se desarrollò hasta la expansión Imperial de los Inkas, aproximadamente en 1,440 d.c., al finalizar también el apogeo Wari se produjò la invasión de los pueblos Aymaras en la región.  En los valles que componen el rìo Cañete se ubicaron el señorío o Naciòn de los Yauyos palabra Aymara o dialecto jaqaru que significa “hombre belicoso o peleandero”, el Señorìo de Runahuanac  palabra quechua que significa “escarmentar gente”,  el  Señorìo de Guarco  palabra quechua que significa “valle del ahorcado” y por último el Curacazgo de Picamara  palabra Aymara  o dialecto Cauqui que significa “Pueblo Aymara”, con sus Curacas Diego Inga Mocha  con sus ayllus Picamara y Allauca,  el Curaca Allauca con sus Ayllus Caspin, Callanga o Mullibamba, Cantagallo, Suero, Apotara  y Machuranga.







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