El pueblo de Picamarán, está considerado como una
Comunidad Campesina indígena, desde la época milenaria esta civilización se
denominó “Picamara”, cuyos pobladores fueron primeramente conquistados por la
cultura Wari-Tihuanaco y posteriormente por los Incas. Durante la época
Colonial el pueblo de Picamarán fue fundado como San Cristóbal de Picamara, por
cuanto los españoles le denominaron “Pueblo Aymará”, ya que eran directos descendientes
de la cultura Aymará. Desde la época Republicana toma el nombre de Picamarán, habiendo
legado de sus antepasados grandes extensiones de tierras, siendo propietaria de
300 Km2. y parte de su territorio colinda con el río Cañete.
Es necesario despertar y reconozcamos nuestra verdadera
identidad, aceptemos nuestro origen, nuestras costumbres, nuestro idioma,
nuestra tradición, nuestra religión, nuestro folclor y la propiedad de su
territorio, si conocemos nuestro pasado sabremos quienes somos, entonces podremos
mirar el futuro con optimismo.
El estudio de nuestra Comunidad tiene la importancia de
darnos conocer la supervivencia de la cultura indígena. La Fuente Documental es
muy valiosa y la podemos estudiar a través de centenares publicaciones y de
numerosos manuscritos inéditos que se encuentran en los archivos, esperando a
las generaciones activas que se interesen por estos estudios. La riqueza
histórica de Picamarán, son sus restos arqueológicos, es el testimonio material
del pasado precolombino. Después viene la fuente lingüística del Jaqaru o
Cauqui, lengua de las principales etnias de la confederación de Picamara.
El pueblo de Picamarán vive en el olvido por falta de
líderes honrados, veraces y capaces de sacar a nuestro pueblo del abandono y la
ignorancia. Esperando la Inclusión Social.
Queremos resaltar las riquezas ancestrales que han heredado
los habitantes de Picamarán, como su nombre antiguo denominado “Picamara”. Sus
Ayllus descendían del Tahuantinsuyo o de reinos anteriores, ligados a estas tierras,
o a otras en contacto con ellas, y tenían en su sangre o por los menos, en
parte de sus cultivos, su ganado, sus aves domésticas, sus vestidos, sus
viviendas, desde tiempos inmemoriales en contacto con el río Cañete-Yauyos. Es
un sitio con historia, como se puede comprobar observando las armoniosas
andenerías y sitios arqueológicos, obra arquitectónica de los antiguos
Picamara, aunque hoy puede parecer un pueblo aislado, en el pasado fue un punto
importante de acopio comercial.
Etimología, la palabra “Picamara”, sin duda alguna es una
palabra Aymará, razón por el cual se debe de interpretar el significado, y al
no encontrar un significado preciso o comparar con las toponimias de otros pueblos
de la región, se ha guiado a la palabra más aproximada, es decir Picamara
significa “Pueblo Aymará”, por cuanto fueron conquistados por la cultura
Tihuanaco-Wari y a la vez impusieron su lengua “Aymará”.
Como manera de comparación la etimología de la palabra
“Aymará” compuesta por:
Jaya : Lejos
Mara : Año
Aru : voz,
lengua, idioma
Entonces “Jayamararu”, significa lengua de muchos años,
antiguo, lengua milenaria.
Dentro de los apuntes históricos, el origen de los
primeros pobladores de Picamarán, se remonta a las noches oscuras de la antigüedad
de unos 10,000 años. Se trata de una zona con una extensa e importante pasado
histórico. El pueblo fue el hogar de muchas culturas como por ejemplo la de
Wari, Tiahuanaco, Paracas, Incas, Huancas y Señorío de Yauyos.
En el llamado Horizonte Intermedio o Wari Tiahuanaco, el
territorio “Picamara”, recibió la influencia de estas Culturas Aymaras, a
través del Reyno Regional Ichma (Pachacamac), que tuvo su sede en la
desembocadura del río Lurín. Este Reyno Regional Cultista, fue el medio, a
través del cual, el Imperio Wari-Tiahuanaco ejerció autoridad y control, sobre
áreas que abarcan el río Chillón, Río Lurín, Río Rímac, Cuenca del Río Mala y
sierras de Yauyos y Huarochirí.
Precisamente, el nombre de Picamara, como inicialmente es
el nombre dado y mencionado por los Cronistas españoles, es una voz de origen
Aymará que significa “Pueblo Aymará”, que eran personas pálidas o de color
marchitado, que pudo corresponder a una característica antropológica de los
pobladores de esta región altiplánica.
Probablemente los primeros pobladores de Picamarán
vivieron en las zonas denominadas Pallay, Pircaya, Acne, Chiquiricre, Turpa,
Luchuco, Quisihuar, Sanaco, Cinco Cruz, Incaymarca, Capilla, Patahuasi,
Julcamarca, caspin, callanga, Chicta, Llacta
y Yasca , ubicados en la parte alto andinas y en el valle de Picamarán,
también se establecieron en la margen derecha del río Cañete en la zonas de
Suero, Cantagallo, Antahuaya, Apotara, Machuranga, Cascajal y Cacacho.
Estos restos arqueológicos es el testimonio material del
pasado del pueblo de Picamarán, compuesta por habitaciones y las necrópolis,
así como los pequeños templos funerarios, las plazuelas, patios principales y tambos, se hallan
rodeados de grandes murallas de fortificación con sus respectivos pórticos,
atalayas, parapetos y muros de contención. Las poblaciones están unidas por
diversos caminos Incas. Dichos monumentos arquitectónicos son la herencia
cultural de la civilización “Picamara”, conocimientos alcanzados por esa
sociedad, como las tecnologías constructivas sismo resistentes, que en la
actualidad perduran desde hace varios siglos.
El material empleado en las construcciones fue la piedra
bruta y la piedra tallada sin pulir, unida con barro arcilloso. Existen construcciones
Pre Inca e Incas, en las zonas antes mencionadas que corresponde al territorio
de los Picamara.
Los restos arquitectónicos estaba dividido en tres
clases: la arquitectura civil militar, la arquitectura funeraria y la
arquitectura Religiosa. En el interior del edificio se descubren, además,
alacenas, hornacinas o criptas de forma trapezoidal que permite la entrada a
unos compartimientos, galerías terrazas que debieron servir como graneros.
También se pueden ubicar las cavernas funerarias, y
descubrir los túmulos de piedra, denominado Kullpi o habitaciones-tumbas, esta clase
de edificios se levantaba sobre cimientos de una cámara subterránea,
conteniendo cistas o pozos sepulcrales de forma circular con muros de piedras y
barro y tapadas con grandes lozas. En las cavernas y cistas sepulcrales se
encuentran cadáveres humanos momificados dentro de unos sacos o costales del
cuero de llama o venado. Las momias se encuentran en cuclillas, atadas con
sogas de cabuya. Estos restos antropológicos corresponden a la raza extinguida
de los primitivos Picamara, cuyos mallquis, achachillas, se encuentran en este
tipo de tumbas por haber sido los progenitores, patriarcas de la tribu o
Curacas.
En esta época los Ayllus “Picamara” sobresalieron en la
agricultura, como testimonio de ella existen los reservorios, canales,
acueductos y andenes en diversos lugares de su territorio. Estas tierras de
cultivo se encuentran ubicados, especialmente en la parte alto andinas de Turpa
y Pircaya, en la zona del valle de Picamarán, en las quebradas de Llacta y Yasca, en la ribera del río Cañete-Yauyos,
desde Catapalla hasta Piedra Víbora.
La alimentación de la población Picamara, era esencialmente
el maíz en decenas de variedades, también como bebida (chicha), la papa cuyo
consumo era diariamente, la guardan secada al sol y dura mucho, la llaman
chuño. La carne de llama, alpaca y venado, es secada al sol y deshidratada y
también tienen unos conejillos llamado cuy.
En la época Incaica, los Ayllus de Picamara fueron
incorporados al Tahuantinsuyo, durante el reinado del Inca Pachacútec (1,460),
fue cuando el mencionado Inca, envío un ejército capitaneado, por su hermano
menor Cápac Yupanqui hacia la costa a fin de dominar a los Curacas de Cañete y
Chincha. En esta región de los Yauyos se distinguen dos caminos históricos que
utilizó Cápac Yupanqui, uno que servía a las peregrinaciones religiosas de los
pueblos de la sierra a Pachacamac. El otro camino por donde el General Cápac
Yupanqui penetró a la costa para someter al Curaca Yunga Chuquimancu, partía
del cuartel de Huamanmarca, en Huancayo, este camino atraviesa los andes por el
paso de Tuctumacanca, llegaba al Llongote y a las poblaciones de Ñaupahuasi,
Orcoti y otros pueblos de la zona, también pasa por Picamarán (Turpa) donde se
encuentra un camino Inca y Pucaras, luego sigue a Yangastambo hasta Incahuasi
en el valle de Lunahuaná. Luego de conquistar a los Yauyos, el ejército cuzqueño
compuesto por 30,000 guerreros, marchó hacia el valle de Lunahuaná y el Valle del Huarco (Cañete), este señorío inicio la
resistencia bajo la dirección del Curaca
Chuquimanco, cuya etimología sería el “Señor de la Lanza”. Obligado a guarecerse con su ejército en la fortaleza de
Ungará, situado a catorce Km. Del actual
San Vicente de Cañete, en la quebrada de Lunahuaná.
Larga fue la defensa del Curaca Chuquimanco, duro ocho
meses según el Inca Garcilazo de la Vega y cuatro años según Pedro Cieza de
León.
El General Capac Yupanqui dispuso que se construyera
fortalezas, probablemente lo hizo como la fortaleza de Pallay, ubicado en el
pueblo de Picamarán y la fortaleza de Incahuasi, ubicado en Lunahuaná. Estas
fortalezas eran de uso temporal y recibía a las fuerzas militares incas
procedentes del Cuzco, a la vez servía como medio de aclimatación de los
guerreros, los mismos que estaban acostumbrados a un clima frío.
Mientras tanto la lucha se tornaba cada día más
sangrientos, los asaltos incaicos iban
debilitando a la resistencia de los Huarcos, hasta que el hambre y la sed
doblegaron a las tropas de Chuquimanco,
teniendo este último que rendirse a los Cuzqueños, de esta manera el valle
entero del Huarco se sometió al General Capac Yupanqui.
En tiempo de la Conquista y Coloniaje, los primeros
indios de Picamarán, eran guerreros, fueron conquistados no fácilmente por los
españoles, sino a costo de muchos sacrificios. Seguramente durante el periodo
del Virrey Francisco de Toledo (1,571), en cumplimiento a las ordenanzas de la
reducción de los pueblos, abandonaron sus Ayllus de alojamiento, para poblar en
el lugar inmediato, donde se encuentra hoy en Picamarán y Turpa, demostrando su
trazo y algunas construcciones de estilo colonial. También lo hicieron a lo
largo de la margen derecha del río Cañete, desde Catapallla hasta Piedra
Víbora.
No solo en la Crónicas hay evidencia de que el nombre de
Picamara, ya existía aquí antes de los españoles. Lo demuestra en la
descripción de la Provincia de Yauyos (1,586), contenida en un documento
histórico denominado Relaciones Geográficas de Indias, siendo el autor Marcos
Jiménez de la Espada, un documento administrativo colonial que contiene las
informaciones que brindaron los Curacas del lugar, a quienes se les pidió que
informen y traigan a la memoria todas las cosas más antiguas, según esta
información, y es lo que la hace tan interesante el nombre de “Picamara”, existía incluso antes de los Incas, lo que
para nuestro propósito es más que una evidencia.
El documento histórico más importante que existe sobre la
Provincia de Yauyos, es la Relación y Descripción que hizo el Corregidor Don
Diego Dávila Briceño, primer Corregidor de Huarochirí y vecino de la Ciudad de
los Reyes de Lima, quien fundó todos los pueblos coloniales de la región de
Hanan Yauyos y Lurín Yauyos.
El Corregidor Dávila Briceño que nos ha legado tan
importante crónica, tenía cuarentaicinco años de residencia en el Perú y había
estado trece años ejerciendo el cargo de Corregidor en la Provincia de Yauyos,
habiendo fundado treintainueve pueblos de la reducción de indios que había
mandado practicar en aquella provincia el Excelentísimo Señor Don Fernando De
Torres y Portugal, Conde de Villar, sétimo Virrey del Perú, el quince de Enero
de 1,586.
La relación original consta de diez hojas; muy bien
conservadas en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia de
Madrid-España; con el número sesentaisiete, fueron remitidas a Don Juan
Bautista Muñoz, del archivo de Simancas.
La designación Yauyos se debe a los Incas, porque
así denominaron a las belicosas
poblaciones de esta sección andina. Desde los tiempos más remotos una fracción
de hombres de la lengua y de la raza
Aymará, moraba en cuatro poblaciones pre-histórica, que al tiempo de la
conquista de los Incas hacia la región
del Chinchaysuyo se conocía con el nombre de Yauyos, quienes opusieron tenaz
resistencia al ejército incaico y después fueron derrotados.
En el año de mil quinientos treintaicuatro el
conquistador del Perú don Francisco Pizarro, dividió la región de los Yauyos en
cinco encomiendas que se repartieron entre cinco encomenderos, acabándose de
conquistar esta provincia por entradas que hicieron en ella los capitanes
Hernando de Soto, Diego de Agüero y Hernán Ponce de León. Dos encomiendas
pertenecieron a la actual provincia de Yauyos y las otras tres encomiendas a la actual provincia de Huarochirí, conforme al
siguiente orden:
Hanan Yauyos (Provincia de Yauyos)
Hanan Yauyos (Provincia de Yauyos)
Repartimiento
de Mancos y Laraos.
Repartimiento
de Atun-Yauyos.
Lurín Yauyos (Provincia de Huarochirí)
Repartimiento
de Huarochirí
Repartimiento
de Mama
Repartimiento
de Chacalla
En esta oportunidad nos ocuparemos solamente del
repartimiento que formaban la provincia de Yauyos:
REPARTIMIENTO DE MANCOS Y LARAOS
El primer repartimiento de la Provincia de Yauyos se
extendía hacia el Sur y confinaba con la antigua tribu de los Chocorbos. Se
encomendó dicho repartimiento a don Francisco de Herrera que comenzó la
reducción de indios desde el valle de Cañete hasta la cordillera de los Andes y
comprendía Mancos Y Laraos, cuya faja de tierra se extendía desde el valle de
Lunahuaná hasta la región andina. Sucedió a Herrera su esposa doña María Martel
que casó en segundas nupcias con Juan Ramiro; don Hernando Martel y el
Licenciado León.
El Corregidor Dávila Briceño redujo el repartimiento de
Mancos y Laraos en once pueblos. A la tribu indígena de los Mancos de
procedencia Aymará corresponde las siguientes poblaciones coloniales: Santiago
de Ichoca, Santa Cruz de Sulcamarca (Xulcamarca), Santo Domingo de Allauca y San Cristóbal de
Picamara (en la actualidad Picamarán), que están situadas hacia la quebrada
occidental de Cañete.
A la tribu de los Laraos, pertenecen los siguientes
pueblos: San Bartolomé de Tupi, Santa Magdalena de Pampa, San Pedro de Cusi,
San Francisco de Huanta, Santo Domingo de Hatun Laraos, San Agustín de Guaquis
y San Francisco de Vitis.
La división eclesiástica de los Mancos se hizo en tres
doctrinas y media, o beneficios; en los tres pueblos de los Mancos: Santiago de
Ichoca, Santa Cruz de Sulcamarca y Santo Domingo de Allauca es una doctrina, y
el pueblo de San Cristóbal de Picamara
(en la actualidad Picamarán) anda con el Curato o beneficio de Pacarán
de Lunahuaná.
En los siete pueblos de los Laraos hay dos doctrina: el pueblo de San Bartolomé
de Tupi y el de Santa Magdalena de Pampa, es un curato o beneficio con el
pueblo de San Pedro de Cusi; y el pueblo de San Francisco de Guanta, y el de
Santo Domingo de Atun Larao, y San Agustín de Guaquis, y San Francisco de Vitis
es un curato o beneficio.
La importante tribu de los Laraos hablaban una lengua
antiquísima, el Jaqaru, los fragmentos linguísticos que se han conservado en el
actual pueblo de tupe. También el dialecto “Cauqui” que se habla en el pueblo
de Cachuy. Teniendo en cuenta que durante la conquista de los Incas impusieron
su idioma oficial que era el “Quechua”.
Por consiguientes las poblaciones de los Ayllus Picamara dominaban estos
idiomas antes mencionados.
Según los Cronistas la Etnia Picamara, integrada por una
intrépida población, por lo que ellos mismo se denominaban “Pueblos Aymaras”,
estos ayllus se establecieron en la zona alto andina y en la ribera del río
Cañete, su extenso territorio comprendía toda la margen derecha de la Cuenca
del Rio Cañete, tomando como referencia
desde el lugar denominado Catapalla (Lunahuaná) hasta Piedra Víbora
(Capillucas). Durante la época de los Incas, la población de la Etnia Picamara,
se plegaron a las filas del ejército incaico, intervinieron en muchas guerras y
prestaron valiosos servicios que premiaron los soberanos cusqueños,
considerándolos como Incas de Privilegio con derecho a llevar orejeras y pelo
corto, aparte de otros cargos como autoridades y gobernadores en otras
poblaciones opositoras al régimen del Cusco.
También hay otra prueba demostrativa de cómo los señores
Yauyos fueron elevados a la Clase de Inca de Privilegio. Es decir el rango de
parientes ceremoniales de la Etnia Inca del Cusco. Es el nombre del Señor del
Ayllu de Allauca y Picamara (Yauyos), que se nombraba Inga Mocha, el mismo que
más tarde fue bautizado con el apelativo de Don Diego.Este acontecimiento se encuentra en el Archivo General de
Indias (España), con el testimonio de Diego Inga Mocha, curaca principal de los
Ayllus de Allauca y Picamara de la Provincia de los Yauyos, encomendado a doña
Martel, vecina de la ciudad de los Reyes, este Curaca estaba con el Inca
Atahualpa y su gente de guerra, es considerado testigo presencial de la muerte del Inca
Atahualpa y más de 10,000 indios. En esa circunstancia dicho Curaca se hallaba
acompañado de guerreros de los Ayllus de Allauca y Picamara, ya que eran
partidarios del Inca Atahualpa (suceso ocurrido en Cajamarca en el año 1,532).
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